
Los Ideales:
Oídos ideales
A Don Luis Bernardo Soto hace más de 30 años, le tocó irse de la vereda San Ignacio a la ciudad de Medellín porque en santa Elena no encontró trabajo. Fue en la fábrica de galletas Noel donde tuvo una oportunidad que duró 34 años y ya pensionado regresó a la vereda hace 3 años y está a cargo, de nuevo, del grupo musical Los Ideales.

Regresó al corregimiento porque quiere mucho su tierrita ya que “santa Elena ha sido todo para mí”. Está disfrutando sus viejos amigos y organizando el grupo musical que ha tenido altibajos ya que debido a su ida a trabajar a la ciudad se desintegraron un poco, aunque él subía cuando resultaba alguna presentación que la hacían prácticamente improvisando porque el ensayo era más bien poco.
Aproximadamente en el año 1965, cuando tenía más o menos 15 años, Iniciaron con un grupito en la escuela de la vereda ; no sabían nada de guitarra, sin embargo compraron unas pequeñas y como ninguno había estudiado música empezaron a ir por ahí donde había músicos y observaban muy bien dónde y cómo hacían los movimientos y llegaban a sus casas y los practicaban e iban cogiendo el ritmo hasta que fueron conociendo todos los tonos de la guitarra, montaron las canciones y empezaron a llevar serenatas.

“nosotros íbamos familiarizándonos con las guitarras y empezamos a montar música, pero a oído… cada uno traía un disquito que sonara bueno y ensayábamos hasta que lo montábamos y así iniciamos por aquí, y cuando hacían reunioncitas nos contactaban… Que vengan para que canten un rato en la casa y entonces nos íbamos y cantábamos….o los novios nos contrataban mucho para llevar serenatas y nos íbamos para diferentes veredas a llevarle serenata a las novias…
Cuando veía una luna hermosa o luna llena, pensaba: hoy es el día para las serenatas… vámonos a dar serenatas…en ese entonces no había tanta finca, ni estaba tan poblado, entonces había muchos caminos veredales y nos tocaba caminar por ellos, eran muy oscuros porque tampoco había alumbrado público … Por acá no se tomaba aguardiente si no que se tomaba tapetusa, entonces compraban garrafas y nos íbamos hasta la vereda Pantanillo y nos parchábamos todos a tomar tapetusa y a cantar más que todo música romántica: “Queja de amor”, “A unos ojos” y otras del dueto de antaño que gustaban mucho”.
Aproximadamente en 1987, vieron que estaban progresando y se propusieron a conseguir uniformes, bautizaron el grupo musical los ideales, por sugerencia del cantante, que todos aprobaron, y empezaron a comprar instrumentos eléctricos; Fernando aprendió a tocar acordeón, sin estudiar, se compró uno barato y empezó a montar temas y los demás le seguían el ritmo.

Luis Bernardo bajaba con el grupo hasta Itagüí a llevarle serenata a María Victoria su esposa, en ese entonces su novia, y no había transporte por las veredas, bajaban a coger el último carro que salía de Rionegro a las 8 de la noche; en el centro de Medellín cogían el bus para Itagüí y llegaban donde un familiar de uno de los integrantes que los dejaba estar en su casa mientras era la hora de la serenata que era a las 12 de la noche. Algunas veces les abrían la puerta y amanecían allí.
Por ese entonces en la región había una gente que tenían una finca junto al estanquillo y mucha plata. En una ocasión los escucharon tocar y los contrataban cada vez que hacían una fiesta y les pagaban muy bien…uno de ellos se “enamoró” del grupo y les regaló un buen acordeón, entonces mezclaron la música parrandera que es con guitarras y música estilo vallenato, y para ampliarse a la música tropical que lleva mucho instrumental, Luis Bernardo se compró una organeta y empezó a estudiarla también a oído.
Participaron en la parroquia de Santa Elena en los bazares de San Isidro y otros festivales que allí se hacían en el salón contiguo a la iglesia, con el fin de recoger fondos. “prácticamente toda Santa Elena se volcaba por allá”.

Luis Bernardo y María Victoria se casaron y se fueron a vivir a Medellín y entonces el grupo se desintegró porque en ese tiempo no había las busetas y a él le resultaba muy difícil estar subiendo. En la fábrica de galletas Noel fue empacador, estuvo muchos años en la planta de producción de gas, y en la sección de mezclas donde se preparan las diferentes clases de galletas. Allí lo distinguían como “El silletero” y lo contrataban para que hiciera las silletas de la fábrica, pero no podía desfilar porque no es silletero oficial y como en la feria de las flores, la vereda de san Ignacio “era una potencia”, venían como 5 buses de la empresa, con trovadores y no se perdían fiesta.
Músicos innatos han conformado el grupo: Orlando Flórez que ahora está con la agrupación “los Toños”, su hermano Fernando que ha estado casi todo el tiempo con Luis Bernardo ya que desde la escuela lo invitaba a su casa donde había una guitarra y se ponían a ensayar. También estuvo Humberto Hincapié, otro músico de la vereda y hace como tres meses, en este año de pandemia, murió Álvaro Hincapié, el cantante, quien además de ser silletero era como el segundo director del grupo que actualmente cuenta con cinco integrantes; además de los mencionados está Efrén Ramírez quien también es silletero.
Como el encuentro con Luis Bernardo fue en plena pandemia, no pudimos hacerlo con los demás integrantes del grupo.
Antes de este encierro, participaban en el festival de la silleta que se realizaba cada mes en el parque; el festival pasado fue virtual y dice Luis Bernardo que al principio no le veía gracia, pero lograron ponerle el sabor necesario para alegrar a la gente que los estaba viendo desde sus hogares. La forma de ensayo en este momento es que se ponen de acuerdo con la canción que van a montar y cada uno lo hace en su casa, y cuando todos la tienen lista, se reúnen para hacer el acople.
Los músicos se han caracterizado porque les gusta mucho el aguardientico y a ellos muchas veces les pasó “cacho” porque algunos integrantes se emborrachaban y empezaban a tocar y a cantar mal y perdían prestigio, porque antes era “tomáte uno por aquí y por allá y cuando menos pensábamos ya estábamos borrachos y eso se veía muy feo”.
El grupo los ideales ya está muy disciplinado. Cuando van a trabajar, van a trabajar y cuando van a parrandear, van a parrandear, entonces está prohibido beber; de pronto si está haciendo mucho frío, se toman un ron o un aguardiente.
Una organeta, un requinto, una guitarra eléctrica, un bajo, un güiro, y una batería interpretados por músicos naturales, alegran con su música parrandera, maliciosa, guasca, de carrilera, tropical y valses a la gente de la región que es muy parrandera y como muchas veces no quieren que el grupo descanse, entonces ellos, los de oídos ideales, se tienen que volar.